Erika Dobosiewicz, una vida dedicada al arte musical


*Nota de la editora en jefe: el pasado 29 de marzo de 2023, Erika, mi amiga y hermana por adopción, partió de este mundo tras luchar contra el cáncer. He reunido las fuerzas para poder recuperar esta entrevista que le realicé y que fuera publicada el día del lanzamiento de Tracción Femenina como lo conocemos hasta hoy. Las lectoras y lectores podrán encontrar algunas fotos inéditas y algunos párrafos  adicionales, todo ello con la intención de rendir un homenaje póstumo a la maestra, quien tuvo una amistad entrañable con nuestro medio y que nos apoyó desde el inicio.
Amada amiga, ya descansas, tu legado humano y artístico permanecerán por siempre en los corazones y en la historia de quienes convivimos contigo, de nuestro país y del mundo entero. ¡Tlazojkamati uel miac (muchas gracias)!

Erika Dobosiewicz llegó a nuestro país procedente de su natal Polonia, específicamente de la Ciudad de Varsovia, en el año de 1992, y desde entonces busca dejar claro que ella es mexicana: “regresé a casa”, expresó justo al momento de descender del avión que la condujo a México por una invitación que le hizo el reconocido director mexicano, el maestro Luis Herrera de la Fuente, para que participara en el Festival Internacional de Música de Morelia de aquel año.

Ella es músico profesional, más precisamente violinista, una carrera que fue adquiriendo a lo largo de su vida ya que estuvo desde muy pequeña inmersa en el mundo musical, varios de sus familiares eran músicos, incluyendo padres, tíos, primos y abuelos, todos relacionados con ese arte; “mi madre cantaba, mis padres son jazzistas”, comenta mientras recuerda que los instrumentos musicales eran de fácil acceso en su casa.

El acercamiento que Erika tuvo a la música lo resume de una forma muy trascendental, incluso podríamos decir hasta espiritual: “la música es un imán muy fuerte, es una belleza inconmensurable, intangible, que simplemente te llama”, expresa. “Así entré en este mundo, como si fuera una meditación o un rezo, algo interno muy bonito”.

Hablar de los logros y de la carrera profesional de Érika requeriría de varias notas y artículos: se graduó con mención honorífica del Conservatorio de Música Fryderyk Chopin, en su natal Varsovia, y ha ofrecido conciertos alrededor del mundo. Como solista se ha presentado en escenarios tan emblemáticos como la sala Nezahualcóyotl con la Orquesta Filarmónica de la UNAM, donde ha tenido la oportunidad de interpretar el Concierto para violín y orquesta en re mayor, op 61, de Ludwig van Beethoven, hasta diversos conciertos desde su actual puesto de concertino en la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México en el centro Cultural Ollin Yoliztli.

Su relación con el automóvil

Erika aprendió a manejar en México, de la mano del padre de sus hijos, y lo hizo en un icono de la cultura mexicana: un VW Sedán, mejor conocido como Vocho, y recuerda que ese fue un tiempo muy nostálgico para ella, ya que aún extraña ver la ciudad llena de tantos de estos automóviles circular por sus calles, y que hoy es un cambio de paisaje con el parque vehicular actual.

Cuando le preguntamos acerca de las diferencias entre la forma de manejar entre Polonia y México, Erika nos confesó que hay mucha diferencia, ya que considera que aunque nos tildan de salvajes al momento de manejar, y a pesar de los accidentes que hay, la gente es precavida; sin embargo, en Polonia “la gente maneja sin cuidado porque confían 100% en las leyes y en los semáforos y no ven nunca ni a la izquierda ni a la derecha. Cuando ven que es rojo, se detienen y esperan hasta que se ponga el verde, y cuando es al revés no se molestan en observar tampoco, en Polonia hay muchos accidentes”, comenta al respecto.

El automóvil que actualmente maneja es un Volkswagen Clásico 2013 color blanco, con transmisión automática de seis velocidades, asientos de piel negros y la conectividad necesaria para tener a la mano la música que ella lleva en su teléfono celular, sin embargo nos comenta que aunque es un buen automóvil, lo considera “de paso”.


Y es que ella todavía extraña el automóvil con el que siempre se ha identificado, tanto por carácter como por diseño, el Jeep Grand Cherokee 2004 en color azul grafito que, en las calles de Tepepan en Xochimilco, donde actualmente reside con sus dos hijos, le daba la comodidad para circular por calles empedradas o pavimento en mal estado. “Este automóvil me encanta, es como aventura en tus manos, lo trataba como si fuera mi caballo, incluso le daba palmaditas, era algo muy mío, y desde que lo vi la primera vez me identifiqué con él”.

Incluso es un automóvil que puede ser de mucha utilidad para los músicos profesionales, ya que en una oportunidad que tuvo de viajar a Morelia con un cuarteto y los cuatro instrumentos – dos violines, un chelo y una viola – junto con sus ocupantes y sus maletas no tuvieron problema alguno de espacio ni de comodidad. En este sentido, Érika reconoce que el automóvil ideal de un violinista debe tener aire acondicionado, debido a lo delicado de la construcción del instrumento, que se podría ver comprometida con las altas temperaturas que puede alcanzar el interior de un automóvil.

Los motivos por los cuales ella tuvo que deshacerse de su Jeep fueron varios, pero principalmente las incapacidad del vehículo de circular diario debido a las restricciones del programa Hoy No Circula en la Ciudad de México, incluso también los constantes aumentos en los precios del combustible en nuestro país afectaron a su automóvil ya que, al contar con motor grande, el consumo de combustible se volvió sensiblemente elevado.

Manejar, una experiencia positiva

Finalmente, le preguntamos a Erika si tiene alguna recomendación para aquellas mujeres que están por aprender a manejar, o que simplemente no quieren manejar, a lo que ella nos responde que al principio no quería manejar, y que incluso fue su ex esposo quien la convenció argumentando que si llegaba a presentarse una emergencia con ella o con sus hijos tenía que saber hacerlo. “A mi hija ya desde sus 11 años su papá le está enseñando a manejar y ahí la lleva poco a poco, incluso sé de mujeres que no quieren manejar, pero yo les diría, pruébenlo, porque para mi la experiencia fue magnifica”.

Su primer viaje resultó una vivencia ciertamente estresante al principio, por lo intimidante que le resultaba la Ciudad de México y porque tuvo que dirigirse desde la colonia Del Valle al centro Cultural Ollin Yoliztli con su marido como copiloto, quien solo se limitó a decirle que ella ya sabía manejar.

Poco tiempo después hizo su primer viaje sola, nos manifiesta muy emocionada: “has de cuenta que me salieron alas, fue magnifica la sensación de ser libre”, para después soñar con trayectos cada vez más largos y aventurados. “¿Qué tal si yo me voy a Oaxaca sola, con mis hijos nada más? Ya lo he hecho varias veces, incluso a Aguascalientes, Zacatecas, Morelia, en varias ocasiones, y eso que no tengo buena orientación, pero que me gusta manejar, me gusta”.

Nos despedimos de Erika dialogando y reflexionando sobre la contingencia ambiental y sus deseos de poseer también un automóvil eléctrico que, más allá de poder circular diariamente sin restricciones, sea de ayuda a reducir los altos niveles de contaminación que padece la Ciudad de México y por el bien del planeta.

Ciudad de México 
Fotografías: Ainoa Z.

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