El 2015 fue un año trágico para los usuarios de bicicletas que se aventuraron a circular por las calles de la Ciudad de México: de acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, tan solo hasta finales de noviembre de ese año perecieron 17 ciclistas en accidentes fatales.
Más allá de las cifras, es importante destacar que día con día más personas se suman a la cantidad de ciclistas que prefieren dejar su automóvil, muy probablemente para evitar el incesante y cada vez más agobiante tráfico de la ciudad, así como los altos costos de los combustibles que no dan tregua alguna; ni hablemos de los costos de mantenimiento, impuestos y reparaciones.
Ni hablemos tampoco de las constantes contingencias ambientales que se han presentado en la Ciudad de México, haciendo que los automovilistas incluso hayan dejado de circular cuatro días a la semana, lo que significa que el 57% de la semana su automóvil, como máximo, dejaría de circular en caso de que la Comisión Ambiental de la Megalópolis decretara nuevamente Fase I de contingencia ambiental.
Sumemos también la construcción sin control de inmuebles y departamentos que afectan a delegaciones como la Benito Juárez, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo que, “bajita la mano” tienen dos departamentos colocados en dos torres de seis a ocho pisos y hasta con dos lugares de estacionamiento; esto es, 24 a 48 automóviles por desarrollo y que utilizarán las mismas vías de comunicación que conducen a las mismas zonas de oficinas del Distrito Federal…
Lo anterior nos puede dar una idea del porqué del creciente número de ciclistas que circulan por la ciudad y lo necesario de crear infraestructura que les permita circular más protegidos y con menos propensión a ser víctimas de un accidente que, seamos honestos, tiene altas posibilidades de ser fatal, más aún si no se cuenta con equipo de protección como casco, coderas, rodilleras, guantes e iluminación.
Todas y todos hemos sido actores de los diversos medios de transporte de la capital, ya sea en automóvil, transporte público, motocicleta, bicicleta o como peatones. Estoy seguro de que muchas de ustedes, estimadas lectoras, son madres de familia, esposas, hijas, hermanas, compañeras de trabajo, conductoras y, en algunos casos, ciclistas que procuran una mejor movilidad para ustedes, y que tienen seres queridos del sexo masculino que igualmente se deciden por circular en una bicicleta por la ciudad.
Lo anterior es algo que debemos tener muy en cuenta cuando conducimos nuestros automóviles, manteniendo 1.5 metros de distancia respecto al ciclista, cediéndole la preferencia, que por reglamento de tránsito tiene, y dejarlo pasar si daremos vuelta en una esquina y no “aventando lámina”; hagamos números: si un automóvil, que pesa una tonelada en promedio, arrolla o golpea a un ciclista que, en conjunto pesa alrededor de 100 kg, el accidente tendrá consecuencias muy lamentables para este último.
Sí, cada vez cobra más fuerza la idea de que las bicicletas utilizan un espacio público que pagan automovilistas mediante impuestos como la tenencia, por lo que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal deberán encontrar una fórmula que, incluso en el aspecto mencionado, genere equidad por el uso de las vías de comunicación. Pero, ¿aplicaría lo mismo a los peatones que utilizan las calles para desplazarse? Como pueden ver, es un “torito” que algunos funcionarios relacionados con la movilidad de la capital tendrán que “agarrar por los cuernos”.
Aclaremos algo, de ninguna forma estamos demeritando al automóvil, mucho menos si echamos un vistazo a la cantidad de empleos, inversión extranjera directa y beneficios que proporciona a la economía de nuestro país; sin embargo, resulta impostergable la necesidad de incentivar el uso de medios alternos de transporte que permitan una ciudad más plural y equitativa para las diversas formas transporte, por lo que no hay que ver a la bicicleta como una amenaza a dichos beneficios.
Recordemos que el reglamento de tránsito contempla una nueva jerarquización de los actores del tránsito en el Distrito Federal: peatones primero, seguidos por los ciclistas, vehículos de transporte de pasajeros, automovilistas y motociclistas, en ese orden; claramente el reglamento se enfoca en el cuidado de peatones y ciclistas, a tomar en cuenta, ya que las multas han actualizado su costo, algo que para nuestras billeteras será un tallón financiero que “no sale con polish” tan fácilmente.
Autor: David Zepeda Martínez.
Ciudad de México.